Si hay algo de lo que me siento orgullosa, es de que cada vez que me pongo a escribir, intento superarme. Ya sea en crear personajes totalmente diferentes a los anteriores o contar una historia que tenga mi esencia y sea distinta a las demás, pero con ese toque mío presente.
Con Almudena no podía ser menos; no quería ofreceros una historia plana, quería contaros una historia con ese toque místico que acompaña al personaje y, a su vez, brindaros esa amistad que siempre está tan presente en mis novelas. En ella, encontrarás ese viaje del que tanto han hablado, pero aderezado con capítulos sobre el pasado de Almudena, donde podremos conocerla un poco mejor, atisbar por una mirilla lo que esconde en su corazón. Es arriesgado, lo sé; no obstante, era necesario hacerlo así.
Tengo que confesar que con cada vistazo a su pasado me enamoraba un poquito más del personaje, llegando incluso a desear perderme en esos capítulos más tiempo del que tenía estipulado. Es todo corazón, es anhelo, dolor y superación; su historia es especial. Seremos testigos mudos de cómo florece con todas esas flores que siempre la acompañan.
El síndrome del impostor siempre nos ataca; en esta ocasión, mis temores empezaron por no conseguir plasmar la sensibilidad que tiene Almu, y cada vez que cerraba el archivo, las dudas me asaltaban. Mis ceros han sido clave para mostrarme el camino, señalándome esas escenas que les han marcado y mostrándome dónde reside la belleza de las palabras. Nos dejamos llevar por las sombras, nos oscurecemos sin razón, pero gracias a todas esas personas que nos rodean, el sol siempre vuelve a brillar.
Gracias a todas las que seguís a mi lado en esta bonita aventura.